acerca de ...

La idea de este espacio virtual no es una alabanza sin sentido, o un simple modo de expresar simples y vanas palabras adjetivantes sobre lo que muchos llaman "obra de Julio Cortázar". Sus libros son algo mas que "obra" petrificada, son mil historias, donde existen infinitos personajes, léxicos, usos y técnicas literarias y, por supuesto, miles de facetas de quien los construyó. Por eso acá se construye no sólo, entre todos, la gigante biblioteca de sus novelas, cuentos, relatos, poemas, prosas, ensayos, sino que se busca construir algo, un largo relato, que beba como inspiración el gusto o crítica hacia Cortázar y se transforme, a medida que se avance, en una eterna “rayuela” de palabras que se independicen del motor primero...Esperamos, seamos muchos rescatando el valor de la palabra escrita en unos tiempos que buscan destrozarla...o hacerle perder su fuerza...

martes

Carta de Marrast a Tell

—Así que ya ves —le escribía Marrast a Tell—, para los demás no tendrá nada de extraordinario ocurre todos los días pero me niego a creer que se pueda explicar como quizá se lo explicarán tú o Juan o mi paredro contando las razones con los dedos de la mano izquierda y usando los de la derecha para hacer un gesto como de guillotina o abanico. No me explico nada, ni siquiera estar escribiéndote esta carta a tres metros de un juke-box; en realidad supongo que se la estoy escribiendo a Juan, previendo que se la darás a leer como sería lógico y justo y obvio le hablo por sobre tu hombro, que me tapa un poco su cara. Tengo tanto asco de mí, Tell, de este pub de Chancery Lañe donde estoy en el quinto whisky y te escribo y ahora que lo pienso no tengo siquiera la dirección de ustedes. Pero no importa, siempre puedo hacer un barquito de papel con la carta y botarlo al Támesis desde el puente de Waterloo. Si te llega ya sé, te acordarás de Vivian Leigh y de una noche en Ménilmontant cuando lloraste hablándome de un negro que había sido tu amigo en Dinamarca y que se mató en un auto rojo, y después lloraste todavía más porque te acordabas de las películas de entonces y del puente de Waterloo. A lo mejor esa noche estuvimos a punto de acostarnos juntos, me parece que muy bien hubiéramos podido acostarnos juntos y que todo habría cambiado tanto, o no hubiera cambiado en absoluto y a lo mejor ahora, desde un café de Bratislava o de San Francisco, yo le estaría escribiendo esta misma carta a Nicole hablándole de ti y de algún otro que ya no se llamaría Austin, porque Tell ¿cuántas combinaciones habrá en esa roñosa baraja que el tipo con cara de pescado está mezclando en la mesa del fondo? Mañana me vuelvo a París, tengo que hacer una estatua, creo que lo sabes. No hay problema, por desgracia soy recuperable; todavía me verás reír, nos encontraremos con mi paredro en el Cluny, aquí y allá con Nicole y con Austin y con los argentinos, y hasta podría ocurrir que tú y yo acabáramos acostándonos juntos alguna vez de puro aburridos
pero no sería para consolarnos recíprocamente, jamás se me ocurriría imaginar que podrías consolarte algún día de Juan con algún otro, aunque naturalmente lo harás porque todos acabamos haciéndolo, pero será otra cosa, quiero decir que no lo harás deliberadamente como quien cierra una puerta, como Nicole. Mira, si pienso que un día la baraja se da de una manera que nos junte en alguna cama de este mundo, lo pienso libremente y no por esto que me ha ocurrido ni por lo que pueda ocurrirte a ti alguna vez con Juan
lo pienso porque somos amigos y porque ya una vez cuando hablamos de Vivian Leigh en aquel café de Ménilmontant bien pudo suceder que acabáramos besándonos, siempre ha sido tan fácil para ti y para mí, siempre besamos con tanta facilidad a los que no nos quieren, porque tampoco nosotros nos querríamos, creo que lo sabes. Tengo que hacerte una confesión horrible: esta mañana la pasé en un parque.

domingo

A una urna griega – John Keats, versión de Julio Cortázar

Tú, todavía virgen esposa de la calma,
criatura nutrida de silencio y de tiempo,
narradora del bosque que nos cuentasedipo-esfinge
una florida historia más suave que estos versos.
En el foliado friso ¿qué leyenda te ronda
de dioses o mortales, o de ambos quizá,
que en el Tempe se ven o en los valles de Arcadia?
¿Qué deidades son ésas, o qué hombres? ¿Qué doncellas rebeldes?
¿Qué rapto delirante? ¿Y esa loca carrera? ¿Quién lucha por huir?
¿Qué son esas zampoñas, qué esos tamboriles, ese salvaje frenesí?

Si oídas melodías son dulces, más lo son las no oídas;
sonad por eso, tiernas zampoñas,
no para los sentidos, sino más exquisitas,
tocad para el espíritu canciones silenciosas.
Bello doncel, debajo de los árboles tu canto
ya no puedes cesar, como no pueden ellos deshojarse.
Osado amante, nunca, nunca podrás besarla
aunque casi la alcances, mas no te desesperes:
marchitarse no puede aunque no calmes tu ansia,
¡serás su amante siempre, y ella por siempre bella!

¡Dichosas, ah, dichosas ramas de hojas perennes
que no despedirán jamás la primavera!
Y tú, dichoso músico, que infatigable
modulas incesantes tus cantos siempre nuevos.
¡Dichoso amor! ¡Dichoso amor, aun más dichoso!
Por siempre ardiente y jamás saciado,
anhelante por siempre y para siempre joven;
cuán superior a la pasión del hombre
que en pena deja el corazón hastiado,
la garganta y la frente abrasadas de ardores.

¿Éstos, quiénes serán que al sacrificio acuden?
¿Hasta qué verde altar, misterioso oficiante,
llevas esa ternera que hacia los cielos muge,
los suaves flancos cubiertos de guirnaldas?
¿Qué pequeña ciudad a la vera del río o de la mar,
alzada en la montaña su clama ciudadela
vacía está de gentes esta sacra mañana?
Oh diminuto pueblo, por siempre silenciosas
tus calles quedarán, y ni un alma que sepa
por qué estás desolado podrá nunca volver.

¡Ática imagen! ¡Bella actitud, marmórea estirpe
de hombres y de doncellas cincelada,
con ramas de floresta y pisoteadas hierbas!
¡Tú, silenciosa forma, tu enigma nuestro pensar excede
como la Eternidad! ¡Oh fría Pastoral!
Cuando a nuestra generación destruya el tiempo
tú permanecerás, entre penas distintas
de las nuestras, amiga de los hombres, diciendo:
«La belleza es verdad y la verdad belleza»… Nada más
se sabe en esta tierra y no más hace falta.